Los Caballos Árabes


Los orígenes del pura sangre árabe no son del todo conocidos y de hecho, éstos están sujetos a muchos debates. Pero una cosa sí está admitida en todas las teorías de su evolución: esta raza es muy antigua, proviene de oriente y está forjada por la dura vida en zonas desérticas o semidesérticas.

Los caballos árabes son el padre de todas las razas, y la sangre viva de sus gloriosos antepasados corre por las venas de casi todas las razas de caballos ligeros modernos. El pura sangre árabe ha sido utilizado a través de las tiempos para afinar y mejorar numerosas razas.


Sus características, así como su homogeneidad, estuvieron ya bien establecidas hacia el fin del primer milenio, bajo la dinastía de los Califas de Bagdad. Es el desierto quien forjó al caballo árabe. Casi mil años de vida nómada en medio hostil lo convirtieron en un animal sufrido y sobrio. Luego la vida al lado de los beduinos los convirtió en especialistas de recorrer distancias largas en poco tiempo. Allí se forjó su velocidad y su robustez.

Estos caballos son rápidos, manejables, valientes y resistentes. El pura sangre árabe tiene una piel muy fina. Posee un corte de 1,45 a 1,55 m por término medio y en su pelaje están aceptados todos los colores, siendo raro el pelaje negro.
Caballos árabes
Las características más destacadas de esta raza son pelo sedoso, su cuello arqueado con una cabeza particularmente expresiva y un perfil cóncavo. Su pecho es profundo y abierto, su espalda más bien corta y ancha, su grupa es alta y generalmente horizontal.

En el mundo de los deportes ecuestres, su disciplina predilecta es la resistencia donde él monopoliza las primeras plazas en el podio. No es raro ver un caballo árabe en pruebas de salto de obstáculos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario